martes, 13 de noviembre de 2012

Pellegrini trata de frenar a Baptista

 
Después del retorno de Toulalan y a la espera de que se confirme que la leve mejoría experimentada por Monreal suponga el comienzo de la esperada recuperación, en el seno del vestuario malaguista todas las miradas están clavadas en otro jugador: Baptista. El punta brasileño no esconde sus intenciones y asegura que espera volver a muy corto plazo, en apenas tres semanas, mientras que el cuerpo técnico y el servicio médico optan por la prudencia y prefieren no fijarse plazos para su reaparición.

El caso de Toulalan es el mejor precedente para calibrar la intención del entrenador, Manuel Pellegrini, respecto al retorno de Baptista. Después del frustrado regreso del centrocampista francés en San Mamés -cuando recayó de su lesión-, se optó por no precipitar en ningún caso la vuelta al segundo intento. El técnico solo optó por convocarlo para que ya jugara unos minutos en San Siro frente al Milan, cuando solo tres días antes podría haber recurrido a él en la cita liguera frente al Rayo en La Rosaleda (la opción de que viajara a Cáceres, para la ida de los dieciseisavos de final de la Copa, nunca se llegó a plantear).

Sin embargo, Pellegrini prefirió demorar la reaparición de Toulalan para que pudiera competir al máximo ritmo. La mejor prueba reside en que de apenas un cuarto de hora en el compromiso de la Champions (y no precisamente en un encuentro resuelto) se pasó al partido completo el sábado, frente a la Real Sociedad. Y además, como quedó patente, a un nivel de exigencia muy alto y con fases que requerían un sobreesfuerzo debido a los problemas de contención. El 'sprint' en la primera parte en la banda de Tribuna para evitar la incursión de un contrario fue la prueba más palpable de que el francés solo volvió cuando ya estaba al ciento por ciento físicamente.

Más inflexible

Con Baptista no sucederá igual. En este caso, Pellegrini será incluso más inflexible con las intenciones del jugador por mucho que las sensaciones de este sean excelentes. Ni siquiera en caso de necesidad quiere el chileno recurrir a él si existe el más mínimo riesgo de lesión muscular. Solo lo hará cuando lo vea en plenitud física, para ser totalmente competitivo y para sumar de verdad, como lo hizo cuando regresó de su lesión de rodilla hace dos temporadas. Entonces resultó fundamental para que el Málaga remontara en la recta final y evitara el descenso a Segunda. En este punto sí es obligado incidir en que la relación entre entrenador y futbolista es excelente y que las conversaciones entre ambos han sido habituales -más si cabe durante la lesión-, un factor que en un momento determinado allanaría el camino bien para que el chileno diera un poco su brazo a torcer, bien para que el brasileño sea consciente de que lo mejor es evitar la precipitación.

Baptista lleva ya varias sesiones junto a sus compañeros, pero conviene aclarar que el trabajo que realiza no es todavía exigente; es decir, metido de lleno en faena con sus compañeros en acciones que requieran un esfuerzo medio-alto y, sobre todo, el contacto. De ahí que todavía sea excesivamente aventurado prever a qué altura de su proceso de recuperación se encuentra.

Las sensaciones del futbolista son buenas, inmejorables, pero también obedece a que ha pasado un auténtico calvario, incluidos dos intentos fallidos -primero en abril, lo que motivó su marcha a Brasil, y después allí mismo, cuando parecía que todo iba en la dirección correcta-, y por esa razón al verse en el día a día con sus compañeros, sobre el terreno de juego y no en el gimnasio, su optimismo se ha disparado. Lógicamente, el hecho de que tampoco haya sufrido por el momento ningún tipo de molestias también influye.

Valoración objetiva

La cautela del cuerpo técnico y del servicio médico es lógica. También en este punto cabe recordar el matiz de que ambas partes están plenamente conectadas. La comunicación entre el doctor Juan Carlos Pérez Frías y el propio Pellegrini siempre ha sido muy fluida, entre otras razones porque en ella influyen las figuras del readaptador (Hugo Camarero) y los preparadores físicos (José Cabello y Enrique Ruiz), piezas importantes en el proceso, así que cada paso adelante en la progresión de Baptista es valorada en conjunto y con la máxima objetividad posible. Las experiencias anteriores también aconsejan una enorme prudencia en todo lo concerniente al valioso futbolista brasileño.

Para todas las partes implicadas, especialmente para los técnicos y el servicio médico, no pasa inadvertido que Baptista lleva más de un año sin competir. El último encuentro oficial fue el 1 de octubre frente al Getafe, cuando él culminó la remontada con una chilena memorable. Después, a mediados de la semana siguiente, participó en un amistoso en Jaén y fue posteriormente cuando se supo que aquel pisotón fortuito de un compañero en la pretemporada lo obligaba a acudir a Barcelona. Primero siguió un tratamiento, después fue intervenido por un especialista en traumatología de pies, el germanocheco Petr Spurek, y por último, cuando el futbolista volvía al trabajo, sufrió una rotura miotendinosa. Su marcha a Brasil no tuvo el efecto deseado y a la postre volvió a ser operado, esta vez de la rotura parcial del tendón de Aquiles.

Todo este cúmulo de contratiempos obliga a dar pasos cortos en el día a día para evitar que el jugador sienta molestias y al mismo tiempo se le requiere constantemente información sobre sus sensaciones para ir más allá en el proceso de recuperación. Baptista, que durante todos estos meses de desesperada lucha contra su poca fortuna se ha refugiado en su familia -especialmente en su esposa, Silvia, y en su hija, Isabella, de apenas un año-, ve por fin el final de un interminable túnel y por eso incluso se marca plazos para la reaparición. Pero Pellegrini, aun consciente de su importante papel en el grupo (en el juego y en la motivación extra para sus compañeros dentro y fuera del campo), no arriesgará un ápice en su reaparición. Están en juego demasiadas cosas.

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