La afición del Málaga es de Champions. «Colores blanquiazules, jugando con tesón, poner en el partido coraje y corazón, luchando con firmeza serás el triunfador. Por eso con sus gritos te anima la afición»... Es una estrofa del himno del Málaga CF que expresa algunos de los sentimientos propios de unos seguidores incansables, sufridores y que merecen el éxito actual

«Abuela, ¿cuándo nos vamos a Ucrania con el Málaga?». La pregunta, impensable hace un par de veranos, la formuló hace escasos días el pequeño Rubén, de cinco años, nieto de Pepa Montiel, una de las aficionadas más fieles que tiene el Málaga CF. Este año, junto a su marido Antonio Tomé, han viajado a Santander, Gijón y Madrid para animar al Málaga CF frente al Racing, el Sporting y el Real Madrid. A aquellos desplazamientos que le permite su economía.

Son un pequeño botón de muestra de todos aquellos aficionados que siguen al Málaga CF, bien sea en La Rosaleda, en los partidos a domicilio, tanto en casa como fuera o desde cualquier rincón (a muchos de ellos, una enfermedad les impide ir al estadio). Y desde la distancia, porque también hay malaguistas que residen lejos de la Costa del Sol e incluso en el extranjero, como ocurre con Jorge Medina, paleño que vive en Holanda y que ha regresado a La Rosaleda en tres ocasiones durante esta campaña para ver (siempre) ganar al equipo, frente al Sevilla, el Espanyol y el Sporting.

Precisamente el triunfo ante los gijoneses del pasado 13 de mayo (1-0, con gol de Rondón) llevó al Málaga CF a la mejor clasificación de su historia, cuarto, y por tanto clasificarse para la previa de la Liga de Campeones. Con ello, los seguidores vivieron una de las mayores alegrías de su vida. Y es que esta afición también es de Champions.

Con mayores o menores penurias económicas, los aficionados han apoyado al conjunto de Martiricos en Tercera División, Segunda B, Segunda y Primera. Y cuando se produjo la desaparición. Miles de ellos, siguen al equipo a través de las más de veinte peñas que existen en Málaga y la provincia, siendo las más numerosas Malaka Hinchas, la Peña Universitaria, Frente Bokerón o la Peña Malaguista Internacional, o bien por su cuenta, con familiares, amigos o vecinos. La unión hace la fuerza. El malaguismo perdura de generación en generación.

El estadio La Rosaleda, con su verdadero jugador número 12, ha sido en la temporada 2011/12 ese fortín que necesitaba el equipo albiceleste, gracias al apoyo constante de unas gradas repletas, de gente ávida de éxitos deportivos después de tantas vicisitudes. Pero el conjunto malacitano también se ha visto arropado fuera de casa, gracias a los desplazamientos de los aficionados, bien fuera en vuelo chárter con la expedición del equipo, o a través de otros medios de transportes: en tren (a Madrid, Barcelona, Zaragoza), autobuses, coches particulares o monovolúmenes alquilados para la ocasión. En todos los campos el Málaga CF ha tenido banderas al viento, cánticos y gritos de ánimo.
La afición malaguista se merece un monumento. Este reportaje pretende ser una especie de homenaje para todas las personas que sienten el Málaga CF, que vibran con el equipo, que ríen o lloran, que sufren y disfrutan, incluidos todos aquellos y aquellas que apoyan al conjunto blanquiazul desde el cielo.

De Garrucha (Almería) a la Champions. De los campos de albero a los estadios míticos del continente europeo, un sueño hecho realidad: a finales de agosto el Málaga CF jugará la eliminatoria previa de la Liga de Campeones.

A la afición malaguista, con la fidelidad de unas 15.000 personas en la época de las vacas flacas, a las que se han sumado otras 13.000 más en la última década, le toca ahora disfrutar del momento, vivir la época de las vacas gordas, gozar de los éxitos del equipo.

Gracias al jeque Abdullah Bin Nasser Al-Thani ha sido posible el éxito. El Málaga CF ya está a punto de codearse con los mejores equipos de Europa. Gracias a la plantilla, a los dirigentes y a los trabajadores. Y gracias, cómo no, a la afición malaguista: fiel, luchadora, alegre, crítica, incansable, animosa, sufridora, soñadora y disfrutona. Una afición que sólo puede calificarse «de Champions».