Baptista, «La Bestia», hace tiempo que no ruge con la elástica blanquiazul. Su aportación en el terreno de juego la pasada temporada se limitó a cuatro partidos y a un gol estratosférico (posiblemente el más bello de la pasada Liga BBVA). Sin embargo, sus rugidos fuera de los terrenos de juego también han sido silenciados. En esta historia de desencuentros y medias verdades todos han fallado. Primero el jugador, que no ha sabido o no ha podido recuperarse para aportar en el campo, que es con el baremo que se miden a los futbolistas. Pero la política del club en torno a su lesión ha sido equivocada. Y lo peor es que no parece haber acabado.
Me pongo en la piel del Málaga CF y me gustaría imaginar que han intentado proteger al jugador, arroparlo y alejarlo de los medios y afición para restarle presión sobre su lesión. Pero lo que al final se ha alejado ha sido la realidad con cada paso dado en Martiricos desde el 1 de octubre. El jugador no ha pronunciado ni una palabra desde su convalecencia, algo que le ha pesado como una gran losa en su recuperación y en su afán por llegar cuanto antes. Baptista luchaba contra el crono y contra las especulaciones sobre su lesión o su vuelta. Y en el Málaga CF... apenas unos comunicados oficiales y una comparecencia de Hierro arrojando poca luz. Lo peor es que «La Bestia» sigue en cautiverio, pero en Málaga se le espera... con su voz.
Fuente: La Opinión de Málaga
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