viernes, 3 de agosto de 2012

Malagueños, no gilipollas


Rafael M. GuerraEl Málaga se va al carajo. El jeque, cansado de poner dinero (él debe ser quien explique los motivos, no seré yo quien alimente la rumorología), dejará de inyectar liquidez a una megaestructura sobrealimentada que, como ya sabíamos, genera por recursos propios apenas un 20% de su presupuesto. El resto ya ha dicho Al Thani que «nanay de Catar». Que él deja de apoquinar. Así que hay que vender hasta los nombres de las camisetas. El primero será Unesco, al que el club, al revés del mundo, paga para lucir en la pechera. Pues así se han hecho muchas cosas en Martiricos y se ha construido, con algarabía mediática, la historia de las mil y una noches en versión malagueña. Pero ojito, que eso de ser boquerones no significa que seamos gilipollas.

Supongo que al traducir del árabe al español alguien la jodió con el «google-translate». De lo contrario no me explico la notita de seis líneas hablando de vender a Cazorla y todo aquél por el que llegue una propuesta medianamente razonable para tomar impulso y fortalecer la entidad. Que nadie se preocupe en Catar. El malaguista de militancia no va a devolver el segundo cargo del carnet. Los que se subieron a la ola del jeque puede que sí. Pero serán los menos. Los que sienten el escudo dirán adiós muy buenas a Toulalan y compañía. Estamos acostumbrados a garrafón. Lo que no consentimos es la mentira. Ni la farsa. Ni los teatrillos de Ghubn (¿dónde está escondido?). O el Catar Stadium. Y La Academia (con las habituales y muy malagueñas piedras institucionales en el camino). Gracias al jeque por este «sueño interruptus». Si sigue en Málaga, que dé la cara. Y si no, ojalá que salga un comprador que evite que Moayad Shatat (Derribos y Exterminio S.A.) cumpla con su cometido.

Fuente: La Opinión de Málaga

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