El 27 de octubre de 2009 es una fecha triste para el madridismo. Pocas veces el equipo más laureado de España y Europa vivió tal humillación. «Me voy con mucha vergüenza de Alcorcón», confesó sin pelos en la lengua Pellegrini. El 4-0 encajado, primera de las dos entregas del ya inolvidable 'alcorconazo', acabó con el proyecto del chileno. Arrancó una campaña mediática sin precedentes contra su figura, pero, al contrario de lo que expresaron algunos agoreros, completó la temporada. Y con récord de puntos y goles en la historia del club, con una segunda vuelta casi inmaculada (52 puntos de 57 y después de ceder dos en la última jornada en La Rosaleda) y en lucha por el título hasta el último suspiro contra el intratable Barça. Con todo, el crédito ante el todopoderoso Florentino Pérez acabó aquella noche.
La historia es sobradamente conocida. Y habitual. El 'grande' acude a casa de un modesto, su entrenador opta por un once mixto entre titulares y no habituales, los jugadores afrontan el envite casi sin motivación... y se produce el varapalo. A los tres minutos el Alcorcón ya había tirado dos veces a puerta y había dispuesto de un córner.
Pellegrini tuvo que soportar estoica y elegantemente todas las críticas derivadas de aquella tétrica noche cuando de un lado sus peticiones en la configuración de la plantilla no fueron atendidas (por ejemplo, que siguieran Sneijder y Robben), y por otro, el once presentado en Alcorcón ofrecía todo tipo de garantías: Dudek; Arbeloa, Albiol, Metzelder, Drenthe; Diarra, Guti; Granero, Raúl, Van der Vaart, y Benzema. Luego se sumaron Gago, Marcelo y Van Nistelrooy.
El 3-0 de la primera parte y los arrebatos infantiles típicos de Guti provocaron que Pellegrini lo dejara en la caseta y encontraron la respuesta del centrocampista en forma de insultos. Aquella noche no solo supuso el principio del fin para el chileno. A Florentino Pérez también se le agotó la paciencia con el futbolista, que en junio dejó el Madrid. Por no hablar de Jorge Valdano, valedor de Pellegrini (y de Guti), al que se le impuso un entrenador contra estilo (José Mourinho) y con el que la relación personal y profesional tenía pronta fecha de caducidad (como así sucedió).
Hostilidad


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