«Nadie daba un duro por nosotros. Éramos un equipo desconocido, un novato, y no nos prestaban mucha atención, pero nosotros íbamos en silencio, sin hacer ruido, y al final casi llegamos a semifinales», recuerda el máximo goleador del Málaga en la Liga y en competición europea, el mejor futbolista panameño del siglo XX, el autor del primer gol del campeonato español en el siglo XXI, el actual seleccionador de su país.
Fue una noche memorable para los expedicionarios a Leeds. El 0-0 en la ida y el óptimo rendimiento de aquel Leeds que luego cogió la cuesta abajo sin frenos hacían del Málaga una presa fácil, por no hablar lógicamente de la presión ambiental prevista en Ellan Road. Pero el equipo blanquiazul superó todos los obstáculos con desparpajo y firmeza. Y con un planteamiento sublime de Joaquín Peiró.
El Málaga ya había dejado en la cuneta al Zeljeznicar bosnio (0-0 allí y 1-0 en La Rosaleda) y al Amica Wronki polaco (con sendos 2-1, el primero en casa), y se plantó en dieciseisavos de final con una enorme ilusión, «con todo por ganar», explica Dely. En la ida dispuso de ocasiones, pero el Leeds cerró líneas. También, la verdad, los dos equipos actuaron con respeto. El conjunto de la Premier no se fiaba de la pareja de delanteros blanquiazules (Darío-Dely), mientras que los pupilos de Peiró eran conscientes de que exponer en demasía podía provocar un resbalón fatal. El trío formado por Viduka, Kewell y Alan Smith llenaba páginas en los rotativos británicos.
Dely y Musampa
El conjunto blanquiazul aterrizó en Manchester y se hospedó en un hotel de aspecto victoriano. Pero luego en el campo rehuyó el fútbol tradicional, conservador, de aquellos que acudían a la batalla deportiva en campos ingleses. El Málaga salió a tener el balón y a los trece minutos Dely Valdés, camino de los 36 años (le quedaban tres meses exactos para cumplirlos) culminó una acción de Musampa.
Peiró dispuso aquella noche un once con Contreras; Josemi, Fernando Sanz, Roteta, Valcarce; Romero, Gerardo; Manu, Darío Silva, Musampa, y Dely Valdés. A ellos se sumaron Sandro, que relevó a Manu en el minuto 57 para garantizar la posesión y aprovechar los espacios; Miguel Ángel, en el 78 por Musampa, para reforzar la contención, y Litos, en el 89 por Dely, para homenajear al panameño y, de paso, evitar sorpresas en el juego aéreo.
El Leeds empató solo nueve minutos después de aquel primer gol de Dely (lo hizo Bakke), pero en ningún momento se mostró superior al Málaga, al que le faltó una pizca de chispa para adquirir nueva ventaja. El rumbo del partido varió considerablemente cuando Peiró optó por dar un paso al frente e introdujo a Sandro, con lo que Gerardo basculó a la derecha. El genio de Las Galletas cogió la batuta y aquello ya no tuvo color. Primero fue el balón, y después, a once minutos de los noventa reglamentados, Dely firmó una antológica acción individual resuelta con un disparo seco. El 1-2 dejó sin resuello al Leeds, que vio pasar los minutos sin intimidar lo más mínimo a Contreras. Al Málaga le sobró un gol para certificar su pase a octavos.
Diez años después, pese al regusto de la actual participación entre los mejores en la Champions, todavía se recuerda la gesta. En aquellos tiempos vencer en Inglaterra no era tarea fácil. El juego del Málaga iluminó aquel 12 de diciembre que había amanecido oscuro, lluvioso, gris, desapacible.
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